Una excursión al corazón del Lago San Francisco

Con el objetivo de retratar los ambientes del humedal, pastizal y bosque del Área Natural Protegida “Dique Roggero” de Moreno, nos encontramos una mañana de octubre en el Museo Francisco J. Muñiz con Cacho Ferrer, nuestro guía y anfitrión. Crónica de una jornada en la que confirmamos la existencia de un tesoro natural muy cerca de nuestras casas.

Matías Perez Ibarguren
7 min readDec 5, 2022

Texto: Matías Perez Ibarguren
Fotos: Clara Manterola

Un grupo de patos maiceros y una gallareta asoman entre el juncal. Al fondo, el bosque de exóticas llega hasta la orilla del lago.

HUMEDAL

Llegué al Museo Francisco Muñiz apenas pasadas las 7 de la mañana. Me recibió Cacho Ferrer, uno de los Guardaparques especialistas en fauna del lugar. Como teníamos que esperar a Clara, la fotógrafa, aproveché ese tiempo para hacerle algunas preguntas generales e irme ganando su confianza.

¿Cuáles son las principales especies de aves que viven en el lago?

-Coscorova, espátula rosada, biguá, cigüeña americana, todas nativas, propias del ambiente de humedal. Saliendo de las aguas tenés aves rapaces, como el carancho, el taguató común, chimango

Cacho huele la flor de una cicuta

Cacho forma parte del cuerpo de Guardaparques desde sus inicios, en el año 1989, cuando se conforma la Reserva Municipal Los Robles. Es uno de sus integrantes más experimentados. Durante ese rato inicial me explicó cómo se forman las principales cuencas hídricas de la región.

Hasta ese momento todos los nombres de aves que mencionaba no eran más que palabras que se apilaban en mi cabeza. Un rato más tarde esas imágenes cobrarían vida.

Cuando llegó Clara, partimos hacia el lago. La mañana avanzaba y no queríamos perder el mejor momento para retratar el humedal y sus aves. Subimos a una camioneta con un tráiler que cargaba una lancha y nos metimos en el camino que atraviesa una franja de bosque exótico, alrededor del lago. Enseguida desembocamos en una de sus orillas. Desde ese lugar el San Francisco se veía sereno y hermoso. Manchones de juncales dispersos. Sauces criollos en los márgenes.

Nuestro guía nos condujo unos metros por la arena repleta de pequeñas almejas. Y en un recodo vimos el primer grupo de aves: unas diez espátulas rosadas flotaban sobre el agua, disfrutando la tranquilidad de la mañana. Clara intentó acercarse, pero las espátulas nos percibieron y alzaron vuelo, alejándose hacia el corazón del lago. Nos lamentamos, pues esta especie es de las más vistosas que habitan el humedal. Su color, explicó el guardaparque, puede deberse a la alimentación, basada en camarones. Por suerte, unas horas más tarde, ya embarcados, tendríamos otro encuentro cercano con esta atractiva ave. Clari, rápida de reflejos, no desperdició la oportunidad y retrató algunos individuos.

Espátulas rosadas en compañía amistosa de teros reales

Guiados por Cacho, empezamos a reconocer distintas variedades de aves. Posado sobre la rama de un sauce había un carau. Desde donde estábamos, a unos 200 metros aproximadamente, se lo veía de un lindo porte. El ángulo no era bueno para la foto. Clara esperaba apostada, con el dedo índice en el botón de disparo de la cámara. Esperó, esperó, esperó… hasta que el carau se dejó ver.

El Carau tiene una voz aguda y penetrante. Su canto se puede percibir desde grandes distancias

Es extraña la sensación de tener todo por aprender sobre algo. Cada paso tiene una consistencia inusitada. El cuerpo y los sentidos se dilatan. Aparece una emoción y una curiosidad como de niño asombrado que pregunta por el significado de cada cosa y cada palabra. Por suerte teníamos la guía de alguien que disfrutaba transmitir generosamente sus conocimientos.

Costó mucho bajar la lancha al lago. El nivel del agua estaba bajísimo debido a la fuerte sequía que atraviesa la zona. Cuando se consiguió, costó también encender el motor. Unos días después Cacho nos confesó:

“Cuando los vi dentro del agua, caminando hacia mí, me dije: ¡sí o sí tengo que encenderlo!”

Después de varios intentos, a punto de resignarnos, el motor arrancó. Nos pusimos los chalecos y orientamos la lancha hacia el centro del lago. A lo lejos se veía el dique Roggero, construido en 1971. Pensar que es debido a la contención de esa estructura de cemento y sus vertederos que se forma el espejo de agua de 450 hectáreas que navegábamos. Un grupo de biguás descansaba despreocupado sobre una rama sobresaliente.

Un grupo de biguás, con el Dique Roggero de fondo.

Enfilamos hacia el arroyo El Durazno, uno de los principales cursos de agua que alimentan el lago, que al otro lado del Dique se convierte en el inicio del conocido Río Reconquista. No imaginábamos que en esa desembocadura nos esperaba un espectáculo deslumbrante.

Parada sobre un tala vimos una Garza Mora (Ardea cocoi). Su presencia nos dejó impactados. Después de fotografiarla, Clari canturreó:

Yo mire una garza mora dándole combate a un río…”

Una Garza mora apoyada en un tala. ¿Qué observa? ¿Qué planea?

En una esquina, un grupo de cisnes coscoroba levanta vuelo. Detrás, muy cerca, unos cuervillos de cañada (Plegadis chihi).

A esta altura nuestro nivel de asombro llegaba a picos máximos. ¿Todo esto en Moreno? ¿Esta naturaleza exuberante, tan cerca de la ciudad? Un sentimiento de admiración y emoción ganó paso adentro, dejándonos sin palabras. A pocos kilómetros del cemento, los edificios y la burbuja urbana era posible un encuentro muy cercano con la vida silvestre en estado puro. Ahora entendíamos mejor el sentimiento de protección y cuidado que desarrollan quienes conocen este lugar.

PASTIZAL

Un rato más tarde nos adentrábamos en la zona de pastizal del Museo Muñiz. Ya teníamos buen material para narrar el humedal morenense. Ahora íbamos por el pastizal. Clara se esmeraba por retratar la flor del cardo, que ya había pasado su momento de mayor esplendor y el violeta se decoloraba en un verde mustio.

Cardo, flor nacional de Escocia. Planta exótica e invasora en esta región.

¿Cómo retratar en una foto el ambiente del pastizal?

Cacho se desvió del camino y se acercó a un eucaliptus gigante. Se lamentó no haber llevado su cuchillo para hacer un pequeño tajo en la corteza y mostrarnos el Arañón de monte (Polybetes pythagoricus): “Suele esconderse abajo”. Volvimos al camino. La temperatura ya estaría superando los 30°C. Cacho seguía guiándonos con el mismo entusiasmo del principio.

Avanzamos un poco más y enseguida llegamos a una zona que hace poco sufrió un incendio. Fueron unas cuatro hectáreas las que arrasó el fuego, por suerte controlado entre dos dotaciones de bomberos, Guardaparques y vecinos. “La flora se recupera. La fauna tarda mucho más. Todavía no recorrí mucho, pero estoy seguro que debe haber animales calcinados, como lagartos y zorros” dijo Cacho con tristeza. El paisaje se tornó desolador.

Atravesamos rápido el terreno chamuscado y volvimos a rodearnos de los colores pastel y los verdes del pastizal. Entonces sentimos un motor que se acercaba. Enseguida apareció una camioneta en el camino. Cacho miró con recelo, sin correrse de la huella. La camioneta paró y bajó Nacho, el jefe de los Guardaparques junto a Mario, otro Guardaparque. Venían a ver cómo nos estaba yendo con la misión de retratar los tres ambientes del Área. Nacho observó en redondo y se detuvo atraído por un ruido que venía desde el follaje de una cortadera. Por el sonido que hacía, parecía tratarse de un animal grande.

“Un lagarto overo… vení Clara con la cámara…” dijo, intentando no gritar. Pero cuando Clari llegó ya se había escondido. “Mirá, estaba comiendo los huevos de una tortuga.” Cerca del camino unos pequeños huevos rotos derramaban algo que parecía la yema. Sin quererlo, le habíamos interrumpido el festín.

Esto es sólo una parte de todo lo vivido, un intento por compartir algunas imágenes y sensaciones, con la intención de que despierten en otrxs el interés por conocer este lugar y encariñarse con él. Como me decía la Guardaparques Belén Werbach: “Trabajar acá para mí es transmitir este sentimiento a otros, que se sientan parte. Es la única manera de que quieran cuidar este lugar”. Una pregunta me quedó rondando: ¿Es posible tomar conciencia y concebir este territorio como una metáfora de lo que realmente importa?

Agradecemos a Cacho Ferrer por su desinteresado acompañamiento. Su sincero compromiso con el cuidado del lugar y la vida que allí habita se nota en la pasión con que transmite sus saberes. Esto se extiende a todo el cuerpo de Guardaparques del Área, que cumple una notable tarea de conservación y educación.

📖 Para conocer más sobre la zona, sus ecosistemas y su historia te recomiendo “Un tesoro en peligro. Cuenca alta del Río Reconquista", de Jorge Andrés López. Ediciones García.

📚 También podés visitar la nutrida biblioteca de naturaleza “Giordano Padoani" de la Reserva Municipal Los Robles.

Páginas para visitar:
https://www.instagram.com/amigosdelosrobles/
https://www.instagram.com/turismo.moreno/

Pastizal pampeano, ambiente típico de nuestra región. Zona del Museo F. J. Muñiz, Moreno.

--

--

Matías Perez Ibarguren

Micro relatos, impresiones, crónicas. Asomarse a cada día, a cada momento y asombrarse de lo nuevo que se avisora al otro lado del muro.